Los animales silvestres no son mascotas

Los animales silvestres no son mascotas

Cada año, millones de animales silvestres son capturados de su hábitat natural o reproducidos en cautiverio en condiciones inhumanas con el objetivo de ser comercializados alrededor del mundo como mascotas exóticas. Hoy, esta industria es considerada un negocio multimillonario.
Mientras que algunos animales no son vistos como “salvajes” en las tiendas de mascotas, estos sufren por su cautividad. A diferencia de los perros y gatos, animales como la serpiente, la iguana, las tortugas, entre otros, no son domesticables y viven en ambientes inapropiados.

Lo que sucede es que la venta de animales exóticos en ferias normaliza su trato como un producto, más no como los seres vivos que son. Estas exhibiciones atraen una gran variedad de visitantes: desde aficionados y criadores experimentados, lo que a menudo incluye a los niños.

En los EE.UU., se estima que existen 17.6 millones de mascotas exóticas en los hogares de ese país. La actual pandemia, junto con el brote de otras enfermedades regulares, resalta el gran riesgo que representa la proximidad entre animales silvestres en cautiverio y los humanos.

EL JIRÓN AYACUCHO
En el Perú, el Jirón Ayacucho, ubicado en el Centro de Lima, es desde hace muchos años un centro de tráfico de animales. A pesar de las diversas iniciativas para detener la venta ilegal de animales, principalmente por las condiciones insalubres y deplorables en las que los mantienen, esta actividad aún se realiza a vista y paciencia de las autoridades.

Aquí concurren personas que llevan mochilas y canastas de plástico, otros llevan cachorros en los brazos. Siempre hay alguien pendiente de lo que buscas.

Hay dos tipos de comercialización, la que se hace de animales domésticos en la vía pública y la de los animales exóticos. En el segundo caso, estos son traídos del interior del país y luego ocultados en almacenes clandestinos, de donde los sacan para su venta.

Para venderlos, los traficantes muestran al cliente la foto o video de la especie y una vez pactada la venta se hace la entrega de manera clandestina.

El tráfico ilegal de fauna silvestre es uno de los cuatro negocios ilegales más lucrativos en el mundo. En el Perú, se han confiscado más de 80,000 animales vivos desde el año 2000 según el Servicio Nacional Forestal de Flora y Fauna Silvestre (Serfor).

Entre 4 mil y 5 mil especies de fauna silvestre protegidas son rescatadas vivas anualmente en el país por el Serfor. Se busca reinsertarlos en su hábitat natural, pero si esto resultara peligroso para el animal o para otros seres vivos, se le mantendría en cautiverio (en centros de rescate, zoológicos o criaderos); y en último caso, se recurriría a la eutanasia.

Por tratarse de una actividad ilícita, se desconoce cuánto dinero mueve en el Perú y cuántos animales son traficados cada año, pero es una actividad que continúa en aumento y más aún ante la creciente demanda de animales exóticos dentro y fuera del país.

ATENTADO CONTRA NUESTRA FAUNA
Este ilegal comercio no sólo afecta a los animales que son hacinados y vendidos cual objetos. Por ejemplo, por cada mono vendido, otros nueve han muerto en el tránsito desde su hábitat natural hasta los lugares de comercialización. Y, como generalmente son recién nacidos sacrifican a las madres.

La principal motivación del delito de tráfico de animales silvestres es atender la demanda de animales vivos para mascotas, a pesar de que comprarlos para este fin puede ser sancionado con multas de hasta S/ 21′000,000 (500 UIT) e incluso con pena de cárcel.


Otro caso recurrente en el país es la comercialización de colmillos de jaguar, que pueden llegar a venderse a US$ 200. El comercio de colmillos de jaguar se está dando, lamentablemente, entre Perú y Bolivia. Obedece a un uso supuestamente medicinal que se le da en los países asiáticos. La moda muchas veces le pone precio a la cabeza de los animales silvestres, pero también la medicina tradicional.

Comprar partes del cuerpo de un animal es hacerse cómplice de la matanza de animales silvestres. Puede parecer ocioso realizar un proceso penal por un colmillo incautado, pero ese colmillo estuvo pegado al cráneo de un animal y eran cuatro. Entonces, para sacárselo lo han tenido que matar y cuando entran a la selva no cazan uno o dos jaguares, sino decenas.

Se debe realizar un proceso de sensibilización en la población, que empieza desde la escuela y está orientado a la toma de consciencia sobre los efectos de esta actividad ilegal en la fauna silvestre. Mientras haya demanda, este delito va a existir.

¿QUÉ DICE LA LEY?
En el Perú existe la Ley 30407, Ley de Protección y Bienestar Animal, la cual sanciona actos de crueldad, abandono y muerte de animales domésticos y silvestres. La norma indica lo siguiente:

“Toda persona tiene el deber de procurar la protección y el bienestar de los animales, cualquiera sea su especie, evitando causarles daño, sufrimiento innecesario, maltrato de tipo físico que altere su normal comportamiento, lesión o muerte”, se lee en la disposición.

Por otro lado, detalla que el propietario, encargado o responsable de un animal de compañía debe atender con carácter obligatorio las necesidades fundamentales de los animales

LOS ANIMALES SILVESTRES NO SON MASCOTAS
Resulta imposible, por más amor y esfuerzo que se ponga, satisfacer las necesidades de los animales silvestres si éstos no se encuentran en la naturaleza. En un hogar o recinto, no hay forma de replicar el espacio y libertad que gozan en sus hábitats.

Sin embargo, al ser adquiridos como mascotas, son llevados a espacios drásticamente menores a los de sus hábitats. Esto significa que no pueden desarrollar sus comportamientos naturales. No reciben la alimentación correcta, por más que los dueños hagan lo posible para lograrlo.

La realidad es que los animales silvestres no pueden satisfacer sus necesidades básicas en cautiverio, a la vez que implican un riesgo en nuestra salud, como, por ejemplo, la infección por Salmonela.

Investigaciones llevadas a cabo en ferias de Canadá, Países Bajos, España y los Estados Unidos, revelan las precarias condiciones en las que viven cientos de animales. Son escenarios muy lejanos a la libertad con espacios completamente diferentes a las de su hábitat natural.

Si realmente queremos terminar con la venta ilegal de animales hace falta reflexionar y ser conscientes de que el problema no solo se centra en los vendedores, sino también en los demás actores que intervienen – compradores y autoridades-. La respuesta está en dejar de percibir a los animales como simples “objetos” de comercio, para pasar a creer, por el contrario, que estos son seres vivientes. Si todos los actores partieran de esta concepción, otra sería nuestra realidad.

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