El Lamento del Jaguar

El Lamento del Jaguar

Según el programa de sostenibilidad corporativo Conexión Jaguar, en Perú solo hay 22,000 ejemplares del felino.
Mientras que, en toda América Latina sólo quedan 64,000 ejemplares en vida silvestre, el 90 % de ellos en la Amazonía, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN),
Según una investigación internacional, se calcula que por cada 100 kilómetros cuadrados de las zonas protegidas en la Amazonía hay 4.5 jaguares y en las zonas no protegidas el número se reduce a la mitad.
Al jaguar (Panthera onca) se le conoce de muchas maneras. Además de ser el principal depredador del Amazonas, es la especie de felino más grande del continente americano y el tercer felino más grande del mundo, después del tigre y el león.
Los machos son más grandes que las hembras. Su pelaje abarca colores que van desde el amarillo al café, y está cubierto por una variedad de manchas negras. En algunas regiones existen individuos melánicos, totalmente negros, en los que es difícil distinguir dichas manchas.



Esta emblemática especie juega un papel vital en su hábitat ya que ayuda a controlar las poblaciones de otras especies y a mantener un ecosistema saludable. Actualmente los jaguares existen en 18 países, desde el norte de México hasta Argentina.
Necesitan grandes territorios para subsistir, por lo que proteger a la especie significa conservar amplias extensiones de bosque conectados en todo el continente.

Su hogar comúnmente son los ecosistemas por debajo de los 2.000 metros sobre el nivel del mar como bosques tropicales -incluso aquellos relacionados a ríos, ciénagas y playones-, bosques montanos, sabanas tropicales y manglares.
Ha sido caracterizado en innumerables expresiones culturales en toda América, jugando un rol protagónico en la mitología indígena, pues su rugido era un presagio de fertilidad y bienestar de los ecosistemas. El nombre en quechua del jaguar u otorongo deriva del quechua “uturunku”, que significa “el que mata de un salto".
Se distribuye principalmente en el bosque tropical y está asociado a la presencia de cuerpos de agua. Es un depredador solitario, y cada individuo requiere entre 20,000 a 100,000 hectáreas de hábitat para obtener su alimento y refugio.
Las adaptaciones en los dientes, garras y la agudeza de sus sentidos lo convierten en un carnívoro exclusivo. El jaguar es capaz de cazar presas de hasta 300 kilogramos, como tapires, perezosos, osos hormigueros, anacondas y caimanes.



Son extraordinarios nadadores y escaladores y requieren grandes áreas de selva tropical y extensiones ribereñas para sobrevivir. La pérdida de hábitat -debido a la deforestación- así como la caza furtiva continúan amenazando la supervivencia de estos maravillosos felinos.
La conservación de esta especie nos permite conservar también otras muchas especies de flora y fauna, y los procesos ecológicos y servicios de los ecosistemas donde habitan.
Aunque el tráfico de partes de jaguar es una amenaza latente, hay otros peligros que no se deben perder de vista, como la pérdida y fragmentación de sus hábitats y la caza indiscriminada del jaguar y de sus presas.
Afortunadamente se han acelerado los esfuerzos de los gobiernos por salvaguardarlo, desde la gestión de áreas de conservación hasta la promoción de proyectos transfronterizos como el Plan Jaguar 2030.
Por lo pronto, 14 países se han unido para impulsar el Plan Jaguar 2030, una estrategia regional que busca proteger los corredores por los que se desplaza esta especie.

AMENAZAS:
Debido a nuestra forma de usar la naturaleza, los jaguares han desaparecido del 46% de su territorio original y se encuentran extintos en países como El Salvador y Uruguay. En el resto de la región, la especie está en estado de Casi Amenaza (NT) y sus poblaciones son decrecientes, según datos de la Lista Roja de especies de la UICN.

Las principales amenazas del jaguar son:

1.La pérdida y degradación de su hábitat por el crecimiento de la frontera agropecuaria, la minería y la explotación forestal.
2. El tráfico ilegal.
3. Los conflictos con humanos.
4. El cambio climático.
Desafortunadamente, la distribución del jaguar se ha reducido a la mitad en los últimos 100 años debido a la deforestación y las actividades agrícolas. Como resultado, algunas poblaciones se han reducido e incluso extinguido en ciertos países. A pesar de los numerosos esfuerzos de conservación, sus poblaciones continúan disminuyendo.
Las actividades impulsadas por los humanos, como la caza furtiva, la destrucción del hábitat forestal, la pérdida de especies de presa y el conflicto entre los humanos y los animales, también están afectando a las poblaciones de jaguares. Durante un tiempo, los jaguares fueron cazados por sus pieles hasta la década de 1970, cuando leyes más estrictas y nuevas protecciones prohibieron dicha actividad.
Ahora con el aumento de la inversión de China en América Latina, la demanda de partes del cuerpo del jaguar, como colmillos y garras, está aumentando nuevamente, fomentando la caza ilegal y furtiva del jaguar, incluso en refugios como el Amazonas.

SITUACIÓN MUNDIAL Y NACIONAL
La caza y mafias que venden las pieles, colmillos, entre otras partes del jaguar, han hecho que en América sólo algunos miles de ejemplares permanezcan en libertad, según la UICN.

Nuestro país no es ajeno a esta situación; en zonas de la Selva estos animales son comercializados en el mercado negro, por lo que urge proteger esta especie amenazada.

El jaguar es una especie paraguas y desempeña un papel fundamental para el equilibrio y el funcionamiento apropiado de los ecosistemas. En los hábitats donde existe el jaguar este se encuentra en la cima de la cadena alimenticia y actúa como un regulador de especies menores, cuyo incremento poblacional originaría escasez de agua, degradación de suelos, entre otros.

Por lo tanto, la presencia del jaguar es clave para mantener un ecosistema saludable. Su desaparición causaría cambios irreversibles en la biodiversidad.

El jaguar está calificado en la Lista Roja de la UICN de especie amenazada y su número en América Latina va en caída. En los últimos 100 años se ha reducido a la mitad de su distribución histórica.

PLAN JAGUAR 2030
Pero aún hay tiempo para el Jaguar. En un compromiso global para salvarlo 14 países de Latinoamérica en el área de distribución de esta especie y las principales organizaciones internacionales de conservación se unieron para lanzar el “Plan Jaguar 2030”, que es un plan regional para la conservación del felino más grande del continente y sus ecosistemas.

Este plan enfatiza que, la conservación del jaguar debe trascender su propósito de salvaguardar una sola especie e insertar la biodiversidad en los sectores de desarrollo y economía, como los de agricultura, silvicultura e infraestructura, ayudando a que los países cumplan con sus metas de desarrollo sustentable, buscando evitar la extinción de especies amenazadas.

El Plan describe cuatro líneas de trabajo para la conservación del jaguar:
1) coordinación integral para apoyar la protección y conectividad y escalar esfuerzos, aumentando la ambición;
2) desarrollo e implementación de las estrategias a nivel nacional y el mejoramiento de las contribuciones a los proyectos transfronterizos;
3) ampliación de modelos de desarrollo sustentables que integran la conservación en los corredores del felino;
4) mejoramiento de la sostenibilidad financiera de sistemas y acciones dirigidos a su conservación y la de sus ecosistemas.

Proyectos como estos deben ser apoyados por nuestras autoridades. Si desaparece el jaguar peligra la especie humana. Los jaguares, como otras especies, son un indicador del ambiente. Están arriba de la cadena trófica, por lo tanto, son indicador de la salud de los sistemas biológicos. Si no hay jaguares significa que el medio ambiente peligra y, por lo tanto, la especie humana.

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