A 2 años de la epidemia ¿Qué hemos aprendido?

A 2 años de la epidemia ¿Qué hemos aprendido?

A dos años del estallido de la epidemia en Perú, se enfatizó fuertemente que la implementación de una vacuna contra el COVID-19 es un factor importante para reducir la mortalidad y hospitalización por la enfermedad.

Según la OMS, este virus infectó a más de 450 millones de personas y ocasionó casi 6 millones de muertes. Pero según un estudio publicado en la revista The Lancet concluye que la pandemia ha podido causar hasta 18,2 millones de muertes,

El 11 de marzo de 2020 la OMS declaró la pandemia de COVID-19 causada por un nuevo coronavirus. Unos días después, el 15 de marzo, en el Perú se decretó el inicio de la cuarentena y hasta principios de este año el número de personas fallecidas en nuestro país ya superaba las 210.000.

El mundo se enfrentó a un enemigo anónimo, sin vacunas ni tratamientos, y la virulencia del enemigo provocó el colapso de los hospitales en un tiempo récord. Desde entonces, la ciencia ha revelado muchas incógnitas sobre el coronavirus con un esfuerzo sin precedentes, pero aún hay dudas sin resolver. Sabemos cómo se propaga, qué medidas se toman para prevenir la infección y que las vacunas son efectivas para prevenir enfermedades graves y la muerte. Pero todavía no sabemos cómo pararla, ni como detener las variantes que cada día se multiplican.

Otras incógnitas son: su origen, por qué afecta a algunas personas más que a otras, y, sobre todo, cuál será su futuro. Los científicos no pueden dar una respuesta que señale un final para el virus, aunque si ven varios escenarios, desde la convivencia más leve, como con otros virus respiratorios, hasta aquella que señala que nuevas mutaciones puedan llevarnos a una nueva cuarentena.

Sin embargo esta situación que puso en jaque a la humanidad significó uno de los más grandes retos a nuestros actuales conocimientos, así miles de científicos, alrededor del mundo, en menos de un año desarrollaron vacunas eficaces y seguras contra el coronavirus.

La caída de la mortalidad por la vacunación masiva y la zozobra causada por el conflicto entre Ucrania y Rusia han hecho que la humanidad mire a otro lado, pero es un error pensar que el peligro ha terminado. El virus sigue en el medio ambiente y nuevas variantes más infecciosas están apareciendo.
El reparto de las vacunas a nivel mundial tampoco fue muy equitativo, especialmente en África, donde apenas un 18% de la población ha recibido al menos una dosis.

Además, los laboratorios no se daban abasto, al principio, en producir las vacunas con la celeridad requerida.

Mientras no se encuentre una cura definitiva la posibilidad que el virus continúe mutando y se haga resistente a las vacunas es muy grande.
Las autoridades están relajando las restricciones, pero estarán preparadas para prevenir que esto no coincida con la caída de la inmunidad de las vacunas.

Una de las cosas que nos ha enseñado esta pandemia es que se requiere un sistema multidisciplinario para prevenir y enfrentarnos con futuras enfermedades. Si nuestras autoridades no comprenden que la salud del planeta, de las personas y los animales esta interrelacionada y se planteen el concepto de “Una Salud” la próxima plaga puede ser más mortal que esta.
Es probable que la COVID-19 esté aquí para quedarse. Debemos aprender a vivir con este virus y adaptarnos rápidamente a los nuevos cambios.

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