Esa tarde la clínica estaba en silencio.
- Pancho Cavero
- 24 jun
- 1 Min. de lectura

No porque no hubiera pacientes, sino porque todos sabíamos lo que venía.
Una pareja mayor llegó con su perro, Simón. Un labrador viejito, de esos que te miran con sabiduría. Caminaba lento, con dificultad… pero con esa dignidad que solo los grandes tienen.
—“Pancho… ya no quiere comer. Se queja mucho. No duerme. No queremos verlo sufrir más.”
Me lo dijeron con la voz temblorosa, los ojos llenos de lágrimas.
Y yo los entendí. Porque había llegado ese momento.
Ese que nunca se quiere vivir.
Ese en el que ya no se puede hacer más… más que amar.
Les hablé con calma. Con respeto.
Les expliqué que lo importante ahora no era alargarle la vida, sino evitarle el dolor.
Que a veces… el acto más grande de amor es saber soltar.
Y les prometí algo: no estarían solos.
Ni ellos, ni Simón.
El procedimiento fue sereno. Con música suave.
La señora le hablaba al oído:
—“Gracias por cuidarnos tantos años, Simón… nos hiciste tan felices.”
Yo le acaricié la cabeza. Pensé en lo injusta que puede ser la vida…
pero también en lo hermoso que es poder despedirse con amor.
Sin dolor.
Con gratitud.
Ese día no fui solo veterinario.
Fui testigo de un vínculo eterno.
✨ Muy pronto llega Petexperts: un lugar donde no solo cuidamos a perros y gatos…
cuidamos vínculos.
📍 Por ahora, solo en nuestra sede de Los Olivos:
Av. Las Palmeras 5351.
Y muy pronto… te contaremos dónde estará nuestra nueva casa matriz.
Comentários