Escrito por Karla López Mercado
La Amazonía peruana, es el pulmón del planeta, alberga una biodiversidad incomparable en el mundo. Sin embargo, esta riqueza natural se encuentra bajo amenaza debido a una de las prácticas más destructivas: el tráfico ilegal de animales. Cada año, miles de especies son capturadas, transportadas y comercializadas ilegalmente, lo que pone en grave riesgo la supervivencia de muchas especies.
Este comercio ilegal es un negocio altamente lucrativo que afecta principalmente a especies exóticas y emblemáticas, como el guacamayo, el jaguar, el tapir y diversos primates. La captura de estos animales no solo infringe las leyes ambientales del país, sino que también tiene efectos devastadores sobre las poblaciones animales y los ecosistemas que habitan.
El tráfico de fauna no solo involucra la venta de animales vivos, sino también la comercialización de productos derivados de ellos. Entre estos se incluyen las coloridas plumas de aves como los guacamayos, las pieles de jaguar, huesos y partes de animales utilizadas en la medicina tradicional, así como colmillos de elefante y dientes de caimán. También se capturan animales para ser vendidos como mascotas exóticas o para espectáculos. Estos productos, considerados símbolos de estatus en ciertas culturas, alimentan una demanda insostenible que pone en peligro la supervivencia de varias especies y desestabiliza los ecosistemas amazónicos.
La principal fuerza que impulsa este tráfico es la creciente demanda de animales vivos para ser utilizados como mascotas, en espectáculos o en el mercado de la medicina tradicional, tanto a nivel nacional como internacional. Las organizaciones criminales, a menudo bien estructuradas, emplean métodos cada vez más sofisticados para transportar a estos animales, utilizando rutas remotas por tierra y aire. Lamentablemente, los animales son frecuentemente transportados en condiciones extremadamente inhumanas, lo que les provoca un sufrimiento físico y psicológico severo.
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