top of page

Mi TDAH, mi superpoder

Durante años viví con un monstruo silencioso. Uno que se disfrazaba de desorden, de impulsividad, de olvidos, de ansiedad. Uno que me hacía exigirme el triple para sentir que estaba “a la altura”. No tenía nombre… solo era “así soy yo”. Y punto.

Hasta que, casi a mis 52 años, ese monstruo se dejó ver con claridad: TDAH.

Y no te miento, Pancho, en ese momento fue como mirar atrás y decir: ¡Ahhh... ahora todo tiene sentido! Pero más allá de la explicación, vino el cambio. Porque conocer el nombre del monstruo no fue para tenerle miedo, sino para poder mirarlo de frente y decirle: “Ahora vamos a trabajar juntos”.

Hoy, ese mismo TDAH que antes me hacía sentir diferente, hoy es mi superpoder.

Porque aprendí a usar mi mente a mi favor.

Porque descubrí que la creatividad que no duerme, que la pasión intensa, que el impulso por soñar en grande… eran parte del paquete. Solo tenía que aprender a dirigirlos.

Y sobre todo, hoy entiendo algo que me gustaría que más colegas, más profesionales, más humanos supieran:

La salud mental no es un lujo. Es una prioridad.

En mi profesión —donde damos todo por nuestros pacientes, donde nos llenamos de emociones ajenas y propias, donde la exigencia no para— no se habla lo suficiente de esto.

¿Cuántos están ahí afuera como estaba yo? Navegando el caos sin entender que no están solos. Que hay nombre. Que hay herramientas. Que hay salidas. Y que también hay belleza en esa diferencia.

Por eso, si esto te resuena, si en algo te identificas: busca ayuda. Pregunta. Abre la conversación.

No eres débil por pedir ayuda.

Eres valiente por conocerte.

Y te juro que, una vez que aprendes a manejarlo, ese “monstruo” puede convertirse en tu mejor aliado.

Hoy, el Pancho que soy le agradece al Pancho que resistió tantos años.

Y le promete que vamos a seguir usando este superpoder para hacer más, para inspirar, para vivir más ligero.

Porque sí, se puede.

Comments


  • Facebook
  • X
  • Instagram
  • TikTok
bottom of page